Siervo de Dios Alfonso María de la Cruz Sardinas

 

ALFONSO MARÍA DE LA CRUZ - Breve biografía


 

MONS. ALFONSO MARÍA, OFM



[Fernando Sardina(s) Zavala]
Huánuco, 1842 – 1902

 

Fr. Alfonso María de la Cruz nació en Huánuco el 30 de mayo de 1842. Fue hijo de Don Manuel Sardina(s) (español) y Doña Manuela Sabala (peruana). El 1 de junio de 1842 fue bautizado en la parroquia El Sagrario – La Merced de Huánuco con el nombre de Fernando. La casa familiar se ubicada en la calle 28 de Julio N° 700, a pocas cuadras de la plaza de armas de la ciudad.

Semanas después de su concepción, murió su padre. Mi madre – narra él mismo – “apenas pudo sobrevivir el tiempo preciso para darme a luz en este mundo”. Huérfano de padre y madre, el niño Fernando, fue dado en custodia a su abuela Juana Malpartida en marzo de 1846, constituyéndose como fiadores Don Isidro Soler y Don Gabriel Calderón.

Por los documentos investigados conocemos que Fernando tuvo una hermana llamada María del Carmen Sardina(s), algunos años mayor que él, que por ser menor de edad, tuvo que pedir, en 1845, la habilitación de edad para poder casarse con Don José Reyes Ponce y que Fr. Alfonso María, el 8 de noviembre de 1890, celebró la misa cantada por su eterno descanso en la capilla del Convento de los Descalzos de Lima.

Según informe del Delegado Apostólico, con la revolución de América, las misiones en muchos lugares quedaron abandonadas; sin embargo los franciscanos no descuidaron el servicio misionero del Perú, de esta forma los frailes habrían llegado a Huánuco donde vivía el adolescente Fernando, él los habría conocido y decidido hacerse franciscano. En efecto a los 15 años (1857) ingresó al Convento de Santa Rosa de Ocopa en calidad de devoto o expectante, desempeñándose todo ese tiempo como sacristán y usando como todos los frailes: el hábito, la cuerda y la tonsura. Después de cinco años recibió oficialmente el hábito de la Orden seráfica el 9 de diciembre de 1861.

En el Convento de Santa Rosa de Ocopa estudió dos años de gramática latina, dos de filosofía, tres de teología dogmática y dos de teología moral, cumpliendo de esa manera el programa de los Estatutos Municipales para los estudiantes o coristas franciscanos., según el Comisario General Fr. Leonardo Cortés, Fr. Alfonso María tenía muy buena capacidad intelectual y era muy aplicado, por eso aprovechó muy bien los estudios.

Después del año de noviciado, el 18 de diciembre de 1862 emitió sus votos simples, tomando el nombre de Fr. Alfonso María de la Cruz, tres años más tarde, el 19 de diciembre de 1865 a la edad de 23 años realizó su profesión solemne en el Convento de Santa Rosa de Ocopa.

Recibió el 1 de setiembre de 1866 la confirmación, según el certificado del guardián de Ocopa Fr. Miguel Ferriol, la tonsura y las cuatro órdenes menores, de manos de Mons. Manuel Teodoro del Valle; al día siguiente el orden del subdiaconado y el 9 de septiembre el orden del diaconado. El 3 de marzo de 1867, fue ordenado sacerdote en la Capilla interior del Convento de los Descalzos en Lima, siempre por imposición de manos de Mons. Manuel Teodoro del Valle.

De los informes enviados por el Comisario General al Ministro General OFM en Roma de 1870 a 1889, Fr. Alfonso María fue: misionero entre infieles y fieles en las ciudades de Ayacucho, Cañete, Chincha y Lunahuná; predicador de ejercicios espirituales en el Cercado de Lima, en las Nazarenas y otros Monasterios; escritor, bibliotecario y cronista; predicador en tiempo de cuaresma y en las misiones de las Visitas Pastorales; predicador de sermones y pláticas morales en un Hospital Militar; confesor y pro discreto.

Es de suponer que en julio de 1870 participó con gozo de la función Solemne para festejar el dogma de la Infalibilidad Papal en la Iglesia de San Francisco de Lima. Su amor al Vicario de Cristo se manifestará en diversos momentos de su vida, pero especialmente en su carta de amor y gratitud al Papa León XIII por haberle colocado en el lugar de los Apóstoles.

El 15 de febrero de 1875, después de haber sido desincorporado del Convento de Ocopa por motivos de salud, fue incorporado al Convento de los Descalzos de Lima. A los pocos meses, durante el IX capítulo Guardianal fue elegido vicario y escritor, renunció al oficio de vicario por la ilegitimidad de su nacimiento; la renuncia fue aceptada con mucha dificultad porque muchos desconocían dicho impedimento, fue confirmado en el oficio de escritor. La renuncia antes mencionada, le obligó a escribir el 28 de marzo de 1875 a Fr. Bernardino de Porto Romatino, Ministro General OFM, para suplicar que le alcance del Santo Padre una cédula de legitimación. El Ministro General pasó su pedido a la Congregación de Propaganda Fide y ésta a su vez, hizo la solicitud al Santo Padre. La dispensa de legitimidad de su nacimiento fue firmada por su Santidad el Papa León XIII el 4 mayo de 1875.

Fr. Alfonso María a partir de 1877 hasta ser nombrado Obispo mantuvo una correspondencia asidua con el Ministro General de la Orden, ya sea para agradecer las bulas pontificias, ya para explicar su toma de posesión frente a alguna cuestión difícil, ya para informar que fue privado de la voz pasiva por sus enfermedades, destacando en toda su correspondencia la sinceridad de su palabras; actitud que fue confirmada por las letras de Fr. Quintillo Scappucci, él “no es ingenuo sino un religioso capaz de desempeñar cualquier oficio, es peruano y está dedicado a la reforma del Convento El Grande, no busca su conveniencia sino el decoro de la Orden y la salvación de las almas”. En efecto, sus superiores religiosos reconocieron que “gracias al celo, la piedad e ilustración del Padre Sardina(s) se debe en gran parte el adelanto espiritual del Convento y que tenga novicias” cuando fue excluido como confesor del Monasterio de la Concepción.

En el año1883, devorado de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas, viendo las consecuencias nefastas de la guerra con Chile, le hicieron arbitrar medios para propagar la enseñanza y la educación cristiana. Misionando en Sayán - según tradición oral - se encontraba gravemente enfermo, entonces acudió a la Inmaculada Virgen María y le hizo la promesa que si lo sanaba fundaría una Congregación en su honor y que se dedicase a la educación de las niñas pobres. Recuperada la salud regresó a Lima, contó lo acontecido a su superior y gracias a él conoció a la Señorita María Josefa Camila del Carmen Álvarez Salas directora de una escuela municipal del Callao. De esta manera fundó con la mencionada Señorita la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción el 6 de diciembre del año 1883, meses después, abrió sus puertas el Colegio de la Inmaculada Concepción.

Escribió un reglamento para el establecimiento, pidió autorización para que las hermanas usasen el humilde sayal franciscano, presenció la toma de hábito de la Srta. Carmen Álvarez, quien tomó el nombre de Sor Clara del Corazón de María, y recibió sus votos simples. Fue nombrado Director Espiritual, Rector y Capellán, erigió las Estaciones del Vía Crucis y reconstruyó la Capilla del antiguo Beaterio de las Recogidas que pasó a ser la capilla del Colegio de la Inmaculada Concepción. Elaboró los Estatutos para las hermanas y les daba cada quince días instrucciones catequéticas. Fr. Ignacio María Sanz apreciando la obra iniciada por Fr. Alfonso María escribió al Ministro General: “la piadosa corporación es una piedra preciosa para la Orden, pero que cuesta al referido Padre incalculables trabajos, sudores, disgustos y aún peligros de muerte”. Fr. Alfonso María, al ser nombrado Obispo de Huánuco encargó a Fr. Bernardino Gonzáles la naciente congregación y estuvo siempre atento a sus necesidades ya sea personalmente o por medios de señoras virtuosas a quienes rogó no echar en olvido a las pobres de Recogidas”.

Fue visitador del convento dominicano del Santísimo Rosario de Lima donde hizo todo lo posible, a pesar de las grandes dificultades, para restablecer el orden y la observancia regular evitando así, la censura pública y las recriminaciones de la prensa. Comenzada la reforma del mencionado convento fue continuada y llevada a término por Fr. Vicente Nardini, OP.

Después de desempeñarse como Visitador del convento dominico, fue nombrado Visitador el Convento de San Francisco – El Grande con el fin de instaurar la observancia regular y salvarlo moral y espiritualmente. Alejó a los religiosos más inmorales, logró establecer la vida común y pidió al Ministro General ordenar que la comunidad se incorpore a la Orden antes que se hunda otra vez en la relajación. Se dedicó dos años a la incesante labor de reforma y habiendo llegado Fr. José María Gago a Lima por instancias del Delegado Apostólico para encargarse de continuar la reforma, dio cuentas de su administración, presentó como correspondía su renuncia al oficio encomendado y que ahora se retiró a la soledad de su colegio, sin dejar de expresar su ardiente deseo, que con el tiempo florezca en el convento de San “Francisco las virtudes que deben adornar a los verdaderos hijos de Nuestro Padre San Francisco”.

En abril de 1889, Mons. Benjamín Cavicchione, Delegado Apostólico envió al Secretario de Estado Vaticano una lista de los eclesiásticos juzgados idóneos para ser obispos y capaces de mejorar las tristes condiciones del país, la situación deplorable del catolicismo, la extrema pobreza por la caída del salitre, la educación y el abatimiento del pueblo. Entre los dieciocho candidatos, Fr. Alfonso María, es el cuarto de los franciscanos propuestos; se dice de él, que es peruano, que tiene poco más de cuarenta años, muy celoso y de excelentes costumbres, misionero, modestamente instruido, algunas veces violento, pero siempre recto, que dirige un Beaterio donde ha fundado una escuela de muchachas y casi ha reconstruido una iglesia luchando con toda clase de dificultades.

El Congreso Ordinario de la República Peruana, a pesar de existir mejores candidatos, eligió el 12 de octubre de 1889 a Fr. Alfonso María para Obispo de Huánuco. El 7 de noviembre el Presidente del Perú, Andrés Avelino Cáceres, presentó a Fr. Alfonso María de la Cruz Sardinas a Su Santidad el Papa León XIII. El 25 de enero de 1890, el Delegado Apostólico ordenó suspender el proceso de Fr. Sardina(s) en el estado en el que se encontrase porque al parecer el gobierno del Perú no había enviado la comunicación oficial. La dificultad principal por la que se ordenó suspender el proceso fue su condición de hijo natural, es por ello que Fr. Alfonso María  envió su rescripto de legitimidad, expresó no tener el título de doctor y envió por si fuera necesario datos personales: ingresó a la Orden en 1857, tiene 47 años de edad, 32 de hábito religioso, 27 de profesión religiosa y 22 de sacerdocio.

El 14 de enero de 1890 hizo su profesión de fe por medio del cual se dispensaba del título de doctor y juró al Santo Padre León XIII ante Monseñor Ignacio María Sanz y Mons. Juan Bautista Valeri.

El 22 de julio de 1890, Su Santidad León XIII, aceptó el nombramiento de Fr. Alfonso María para Obispo de Huánuco, previa la dispensa ex defectu natalium, y ordenó que la institución canónica sea hecha por Breve Pontificio. El 10 de agosto emitió el decretum de provisión de la iglesia Catedral de Huánuco y el 12 de agosto el Breve Pontificio. Fr. Alfonso María en noviembre de 1890 recibió el Breve Pontifico, por su parte el nuevo Presidente del Perú Remigio Morales Bermúdez, concedió pase al Breve Pontificio y ordenó que Fr. Alfonso María prestase el juramento ante la Corte Suprema de Justicia.

El 11 de enero de 1891, fue consagrado Obispo de Huánuco por Mons. Manuel Antonio Bandini en la capilla interior del convento de los Descalzos en forma privada, Fr. Alfonso María agradeció al Santo Padre con estas letras: “la Divina Providencia frecuentemente se complace en arrancar del polvo y de la nada a los flacos y pequeñuelos para colocarlos entre los príncipes de su pueblo”.

El 15 de febrero de 1891 comenzó a ejercer su ministerio de pastor para la santificación del pueblo de Dios confiriendo las órdenes del subdiaconado, diaconado y sacerdocio a sus hermanos de la Orden por concesión del Arzobispo de Lima en el Convento de los Descalzos y en 1894. Confirió órdenes en su diócesis desde 1891 hasta 1901, en Ocopa en los años de 1895 y 1896 y también en Jauja en 1896.

En junio de 1891 salió para su diócesis y llegó a ella el 9 de julio después de haber recorrido las provincias de Tarma y Pasco y después de haber administrado el sacramento de la confirmación a diez mil habitantes; al llegar a su Diócesis manifestó: “hemos tenido la grata satisfacción de ingresar en nuestra sede episcopal con el ceremonial de estilo”.

En julio de 1891, empezó su ardua labor como Pastor de su pueblo a través de las Visitas Pastorales, con el fin de “contribuir con más eficacia a la salvación de las almas” y cumplir mejor sus deberes de pastor. Logró obtener el nombramiento de Visitadores con la potestad de administrar el sacramento de la confirmación de esta forma logró visitar toda su Diócesis.

Construyó el Seminario Conciliar en el local del antiguo convento de Santo Domingo para la formación de la ciencia y la virtud del clero, comenzó también la construcción del Seminario San Buenaventura, estableció un sistema de becas para los jóvenes ilustrados y virtuosos de bajos recursos económicos y consiguió varias dispensas para los jóvenes que tenían algún impedimento.

En diciembre de 1891, meses después de haber llegado a su diócesis, regresó a Lima para participar por primera vez en la reunión de los Obispos del Perú en la que se acordó trabajar en común para defender los altísimos intereses confiados de su Santidad el Papa León XIII.

Fr. Alfonso María, fue escritor y cronista de su convento antes de ser obispo, ejercicio que lo llevó a ser un excelente escritor de cartas personales, pastorales, a las autoridades civiles, políticas y religiosas y; documentos legislativos e informes. A través de sus escritos exhorta a la conversión, a la paz, al cultivo de la religión, a la defensa de la patria, a la santidad de vida y pureza de costumbres; quiere inflamar los corazones hacia el amor de Dios y enardecerlos en la práctica de sus mandamientos.

Como Pastor de la Diócesis de Huánuco, tuvo dos sacerdotes de conducta incorregible, que por el mismo motivo contribuyeron a su santificación. El presbítero José Encarnación Pedraza y el presbítero Eugenio Más. Sin duda quien más le laceró su corazón fue el presbítero José Encarnación Pedraza, quien desde 1891 hasta 1900 lo difamó públicamente, Fr. Alfonso María a pesar del dolor que experimentaba, pacientemente esperó que el mencionado sacerdote, tarde o temprano reconociera sus extravíos y volviera sobre sus pasos. La paciencia obtuvo sus resultados el presbítero José Encarnación Pedraza hizo público su arrepentimiento, confesó haber actuado impelido por sus pasiones y pidió públicamente la absolución de su buen y honorable Prelado. 

Otro de sus empeños como obispo de Huánuco fue cuidar que el Beaterio de la Purísima Concepción de Huánuco no desapareciera, para ello el 22 de julio de 1900 subsanó todas las irregularidades que existieron en la fundación y erigió el colegio de la Purísima Madre de Dios de Ocopa.

Habiendo visitado su diócesis procedió, en agosto de 1899, a una nueva demarcación con el fin de satisfacer mejor las necesidades espirituales de su pueblo. La nueva demarcación pasó por la aprobación de los subprefectos y prefectos del departamento de Huánuco, de la Sociedad geográfica del Perú y  de conformidad con el Fiscal de la Corte Suprema del Perú, el 20 de octubre de 1900 el Ministerio de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia la aprobó; y, a pesar de las dificultades inherentes al ámbito de competencia, fue ratificada por la Santa Sede el 26 de abril de 1901.  Motivo por el cualsus visitas pastorales le honran como a uno de los más celosos pastores que ha tenido América” afirmó el prefecto Parró el día de su muerte.

En mayo de 1902 ya no pudo asistir a la Concilio Provincial de Lima por encontrarse su salud muy resquebrajada, varias veces había pedido y recibido autorización para recuperarse en Lima, pero su amor de pastor hizo postergar su viaje al menos en tres oportunidades. La llaga que tenía en la pierna se había convirtió en cancerosa, de tal manera que el 26 de junio a las 5 p.m. se durmió en la paz de los justos. Llorado por su pueblo, sus exequias se celebraron el 30 de junio en la Catedral y se asegura haberse percibido un suave olor perfumado en torno a su cadáver.

En los Descalzos en Lima, también se celebró una misa por su eterno descanso la que estuvo presidida por el Delegado Apostólico Monseñor Alejandro Bavona,  participaron casi todos los Obispos presentes para el Concilio Provincial y, “una comisión de la Institución fundada por el celoso finado en el local de las Recogidas cuyos miembros lloran inconsolables a su amado e inolvidable padre”. Fr. Bernardino Izaguirre, quien tuvo a su cargo la oración fúnebre, dijo que Fr. Alfonso María fue un “Franciscano humilde, austero religioso, sacerdote ejemplar, celoso misionero y vigilante pastor; Obispo sabio y prudente según Dios, que como digno Pastor alimentó y gobernó su grey, mereciendo bien de la Iglesia Católica y eternizando la gloria de su nombre”.

Autor: Irma Edquén Regalado, FIC

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